lunes, 29 de octubre de 2007

La Brecha Digital en la Patagonia (¿la culpa es del chancho?)


La Brecha Digital es un concepto que intenta explicar, someramente, la diferencia existente entre personas que tienen acceso a diversas tecnologías de la información y de la comunicación, y aquellas que no tienen esa posibilidad de “conectarse”.
Diríamos también que este concepto podría describir la diferencia subsiguiente de oportunidades de diversa índole que muestran grupos sociales diversos. En general estas diferencias son más notorias en lugares alejados de los grandes centros o metrópolis del mundo (de todo el mundo, tanto en el primero como en el tercero).

Entonces, sin pretender descubrir la pólvora otra vez, podemos decir que la Brecha Digital es un problema de infraestructura de acceso. ¿De acceso a qué? Bueno, de acceso a la información, de acceso a las comunicaciones, de acceso a Internet, a servicios de telefonía fija y móvil. También, en una medida un poco más específica, la Brecha Digital también nos permitiría, identificar personas que poseen PC de las que no la poseen. Y también hilando más fino distinguiríamos las personas que saben utilizar una PC de las que no, aunque ninguna de las dos la posea (ante la posibilidad de acudir a un “ciber”).

Dicho esto, todos uds. adivinarán rápidamente, o ya adivinaron, dónde está el quid de esta cuestión: ¿cómo hacemos para achicar o reducir la Brecha Digital? También, siendo purista y metiéndonos en antropología o sociología (según el caso) podríamos preguntarnos ¿conviene reducir la brecha digital?

Analizando la segunda pregunta primero, comparto la opinión de muchos en que sí: conviene, y mucho, reducir la brecha digital. Parece una verdad de pero-grullo tener que decirlo, pero sí: hay que entender que en el mundo de hoy, es imprescindible tener unos conocimientos mínimos de computación, saber hacer una búsqueda de información en la web, poder enviar y recibir mails, y aprovechar algunas de las herramientas on-line que están a disposición de todos. Hace 50 años, a una secretaria se le exigía que tuviera conocimientos y experiencia en “dactilografía” o “mecanografía”. Hoy, la necesidad de “saber emplear una computadora y saber obtener información de la web” es una necesidad para un universo mucho mayor que el de las secretarias (a quienes incluye, claro). Un conocimiento básico de los aplicativos que permiten escribir un documento, hacer una presentación, o editar imágenes para su impresión, hoy es algo que se exige en lugares tan insólitos como………la escuela secundaria. Los CV que uno presenta ante una empresa, deben ser digitalizados y enviados por mail o tipeados en un formulario on-line. La lista es interminable. Desde reservas de pasajes, pago de servicios, convocatorias a reuniones y citas, trabajo en equipo con gente distante, todo esto se ha vuelto algo muy común en ciertos ámbitos. Y será más común conforme pase el tiempo.

Ahora bien, analizando la primer pregunta…………..claro……aquí está el tema a discutir, a debatir, y sobre todo, aquí está el tema que requiere el esfuerzo y la participación de muchos. ¿Cómo hacemos para acercar las TIC’s (Tecnologías de la Información y la Comunicación) a la gente? ¿Cómo compatibilizamos el hecho de que hay personas que no tienen necesidades básicas resueltas, y nosotros pretendemos que sean “incluídos digitales” en lugar de “excluídos”?

Nuestra vasta geografía patagónica, y en realidad nuestra vasta geografía como país, representa un desafío enorme para esta tarea. Y paradójicamenete, creo que en esa vastedad y en esa dificultad está la fortaleza de un futuro de inclusión. La Patagonia es vasta, es lejana, las ciudades y pueblos están muy alejados unos de otros. El invierno es duro, los caminos se cierran, todo es más caro (aunque se insista en que no, ES más caro), y en definitiva, el acceso a la información y ciertos trámites, ciertas tareas se vuelven muy complicadas.

La posibilidad de reducir la Brecha Digital, se fundamenta justamente en la vastedad de esta región. Esta inmensidad, esta lejanía, hace que los que aquí vivimos adoptemos mucho más rápidamente cualquier tecnología que nos acerque al mundo. No es para asombrarse cómo en los lugares más remotos hay conexiones de televisión satelital. Y en todos los sitios donde hay señal, abundan los celulares (son baratos y cualquiera puede aprender a utilizarlos). En ciudades donde no tenemos la generación y exposición de contenidos “aquí a la mano” para participar en vivo, no nos queda otra posibilidad que verlos a distancia, ya sea por televisión o por Internet.

Una muestra de esto es la penetración y la demanda que generan los servicios de banda ancha en el interior, en el sur. Todas las ciudades que cuentan con este servicio, ya sea por pares telefónicos, como por cable o por servicios wireless, tienen siempre su capacidad al límite, y la demanda no cesa. No hay dudas de que la gente está ávida de estos servicios.

El punto crítico y que se discute aquí (y en todos lados, claro) es el CÓMO llegar a los sitios alejados, donde por razones de mercado las grandes compañías y los prestadores de servicio no llegan. Se trata, obviamente, de generar las sinergias necesarias en la sociedad para hacer viable este proyecto. Si nos fijamos en el concepto de Retorno de la Inversión, seguramente no será rentable para nadie brindar un servicio en una localidad pequeña a precios razonables. Y por otro lado………la gente que allí vive tiene tanto derecho y necesidad de acceder a esa “conectividad” como lo hace cualquier otro en una gran ciudad. ¿Cómo logramos que, en lo que a acceso a la información respecta, ese ciudadano juegue en primera?

Bien, no diré ninguna verdad novedosa, si digo que esto se logra por asociación, por cooperación, por colaboración, por generación de sinergias entre varios actores. Esto ya se sabe, se conoce, y también se conocen los medios físicos y técnicos que podrían intervenir. Creo que sólo falta un poco más de voluntad de parte de algunas personas que tienen el poder y la responsabilidad de decidir. Decidir, por ejemplo, otorgar un pequeño subsidio para estos servicios, montos irrisorios comparados con otros proyectos más mediáticos o más “grandes”. Se puede, por ejemplo, conformar una agrupación de vecinos que contrate un servicio en conjunto, y lo instale en un lugar común, para uso compartido (puede aparecer un mecenas…¿porqué no?). Existen ya hoy, en la Argentina, diversas tecnologías que permiten conformar una pequeña red de usuarios con una inversión muy baja (armar una red LAN wireless para compartir un acceso dedicado de Internet, por ejemplo).

Considero un desafío y a la vez un proyecto interesante para quienes estén en posición de decidir, el jugarse por “acercar” el mundo a los ciudadanos. Paradójicamente, no es algo que requiera fondos enormes, ni esfuerzos de construcción gigantes, ni plazos de implementación milenarios. Creo que sólo es cuestión (si, me permito soñar) de que despertemos, y nos demos cuenta de los inmensos beneficios, directos e indirectos, que tendría para toda la sociedad, que más ciudadanos puedan acceder a las comunicaciones, tanto de voz como de datos e Internet.

No dudo de que en las altas esferas decisoras, hay gente que sabe que si acerca a la gente la educación y los medios para educarse, se logra una sociedad mejor, más educada y más informada, y con mejores opciones y oportunidades para la vida.

Miren sino, cómo logra promocionarse ante el mundo, este Parque de Nieve Cerro Batea Mahuida (este es el link), en la provincia del Neuquén, y que está coordinado y operado por una Comunidad Mapuche, ¿no es acaso un ejemplo de que se puede?

A ver, vamos………..a buscar ejemplos similares y a imitarlos. ¿Quién me ofrece algún otro ejemplo similar en otra provincia o localidad?

¿Sería muy descabellado imaginar una avalancha de ideas, y que luego esas ideas se llevaran a la práctica?

No. No sería muy descabellado.

Sería genial.

Hasta el próximo post.
Abrazos.

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