Perdonen el tono del título. Estuve dándole vueltas al tema como un mes, y no lograba ponerme de acuerdo conmigo mismo. Quería hablar de la educación. Quería hablar de lo importante que es la educación en la formación de las personas. Quería hablar de este tema con criterio.
Bueno, me abrumó la tarea, y me rebelé. Es tan vasto, tan importante (para mí lo es) que decidí patear el tablero y postear mi opinión. Y luego, claro, sentarme a esperar la conversación que se armará.
Creo firmemente que es importantísimo educarse. Estoy convencido de que hay que educarse en aspectos formales y no formales. Los formales serían ir a la escuela (primaria y secundaria) y luego, en la medida de las posibilidades de cada uno, continuar con un estudio terciario o universitario. Los aspectos no formales...bueno, son algo tan simple y complicado a la vez. Yo lo defino como “educarse para ser persona”.
Vamos por partes.
“Me educo para ser persona”. ¿Me educo o me educan? Cuando soy muy joven, soy niño, adolescente y hasta cierta edad en la juventud, me educan. De alguna forma recibo educación. Recibo educación de mi familia, que me dice que debo mirar a ambos lados antes de cruzar una calle; que debo respetar y tratar al prójimo como me gustaría que me traten a mí, que ayudar a quien lo necesita es buenísimo; que también me tengo que cepillar los dientes todos los días al menos una vez antes de acostarme, etc, etc. Recibo educación de mi escuela, donde mis maestras y maestros me enseñan a jugar en equipo, a preparar un trabajo en grupo; donde también me enseñan a tener en cuenta ciertos valores. Me educan mis parientes, vecinos y amigos, con quienes interactúo social y afectivamente, y tomo sus experiencias en diversos rubros: un tío me enseñó a pescar, un amigo me prestó su moto para aprender a manejarla, un vecino me pidió que lo visite en el hospital en el que lo operaron, y me enseñó a ayudarle a alimentarse, ya que él no podía hacerlo por si mismo.
Encontramos maestros en todos lados. Sólo tenemos que saber escucharlos.
Cuando soy adulto, y ya tomo mis propias decisiones, asumo responsabilidades y hasta incluso puedo…….votar, en este momento, paso, en forma complementaria, a educarme yo mismo, o mejor dicho: a proveerme de más educación. Esta es una etapa fantástica. La sensación de búsqueda, ese ansia por aprender algo nuevo (cualquier aprendizaje) nos moviliza de una forma distinta a nuestra etapa infantil. Ahora queremos aprender algo porque lo deseamos, porque nos mueve fibras internas. Nuestro compromiso con los nuevos aprendizajes es, obviamente, mucho mayor. Aprovechamos mejor el tiempo, somos como una esponja: absorbemos. Y en etapa de adulto, que para algunos comienza antes y para otros más tarde, uno va educándose en distintas disciplinas, pero casi siempre, en ser mejor persona. Recibimos ejemplos diarios de comportamiento, que nos ilustran. También recibimos y vemos malos ejemplos…..pero como somos re-vivos, re-capos, y recontra evolucionados, no los tomamos en cuenta, y los dejamos pasar. Es cierto que a veces nos enganchamos y nos hacemos una mala sangre increíble, pero cuando comprendemos bien las situaciones, ya no nos afectan. Y con esto, nuevamente hemos aprendido a ser personas, a ser mejores personas.
Me educo formalmente. Me educan durante un tiempo, y luego yo busco ampliar mi educación. Esta, creo, es la educación más fácil y clara de adquirir, si uno quiere. Es la educación que nos prepara para nuestra vida laboral, en general. En esto hay miles de posibilidades, miles de opciones. Pero estoy convencido de una cosa: esto es importante. ¿Y porqué es importante? Pues porque estudiando, cualquier cosa, uno abre su mente, uno amplía su ángulo de miras. Así, uno, al “mirar” el mundo, “ve más”. Es como si tuviéramos adosado un lente gran angular: vemos más. Al ver más, podemos comparar más y mejor, podemos evaluar mejor. Esto nos lleva, invariablemente (y disculpen esta mal armada cadena lógica), a tener mayores opciones a la hora de elegir posición sobre cualquier tema o circunstancia. Y así podemos tomar mejores decisiones.
Muchas veces nos preguntamos porqué “hay gente que está tan mal”, y yo sé que, entre otras cosas, es por falta de educación, ya sea formal o no formal.
Por ejemplo: viajar y conocer otras ciudades, otras culturas, otros países, ¿Quién duda de que los viajes de este tipo enriquecen el espíritu y la mente del viajero? ¿Quién puede negar que luego de 15 días o un mes viviendo en otro país, no se adquiere una mirada más abarcativa de la realidad?
Busquen (para aquellos que les gusten las comparaciones y las estadísticas) cualquier personaje famoso de la historia, y les garantizo que en su formación y en su vida, la educación fue trascendental. Incluso, fue vital en aquellos casos donde la educación formal hizo fracasar al principio a nuestro personaje, y lo motivó para desplegar otras búsquedas, como Einstein, de quien un profesor llegó a decir que era medio lerdo para las matemáticas. Este sería un ejemplo de educación formal, que si bien el bueno de Albert la tuvo que pilotear al principio, nadie duda de la rigurosidad y formalidad de sus posteriores estudios y descubrimientos. Otro ejemplo que apunta a otro costado del ser humano, lo podemos ver en José de San Martín, nuestro querido Héroe nacional. ¿Recuerdan uds. que a los 14 años ya participó de una batalla? ¿Recuerdan que su carrera militar comenzó a muy temprana edad, y que cuando volvió a la Argentina ya era oficial? ¿No les parece que gran parte de su experiencia y excelencia estratégica y táctica los absorbió de sus mentores en los liceos y también de sus tempranas experiencias personales en batallas?
Se puede aprender de todo, de todos, y de todas las experiencias. Hay gente que nos enseña cosas sin darse cuenta ellos, y a veces sin darnos cuenta nosotros. A la vez, nosotros somos maestros de otros, consciente o inconscientemente.
La educación es importantísima, es fundamental para el crecimiento y desarrollo de una persona, y, por propiedad “más o menos transitiva” (o por ósmosis, como dice un amigo), se vuelve fundamental para la sociedad en la que la persona se desenvuelve. Una sociedad donde mucha gente se educa, evoluciona mejor, más rápido, avanza. Una sociedad donde muchos niños pueden ir a la escuela, es una sociedad que, además de crecer, se prepara para el futuro.
La educación nos permite siempre mantener viva la curiosidad, el espíritu inquisitivo, de búsqueda. Permitámonos a nosotros mismos, cada tanto, aprender algo nuevo, animarnos a estudiar una nueva disciplina. Permitámonos viajar, recorrer, hablar con gente que vive de otras formas. Aprender es una experiencia hermosa, una de las más gratificantes de la vida. La sensación de “por fin entendí esta cosa” es inigualable. En ese momento, uno acaba de dar un pasito más hacia nuestra mejor manera de ser personas.
Desafío1: hazte a ti mismo la propuesta de aprender algo nuevo de aquí a fin de año, lo que sea, y después me cuentas como te sentiste.
Desafío 2: (o aclaración 2…) La foto es de………un amigo que ………aprendió a volar en parapente!
Bueno, me abrumó la tarea, y me rebelé. Es tan vasto, tan importante (para mí lo es) que decidí patear el tablero y postear mi opinión. Y luego, claro, sentarme a esperar la conversación que se armará.
Creo firmemente que es importantísimo educarse. Estoy convencido de que hay que educarse en aspectos formales y no formales. Los formales serían ir a la escuela (primaria y secundaria) y luego, en la medida de las posibilidades de cada uno, continuar con un estudio terciario o universitario. Los aspectos no formales...bueno, son algo tan simple y complicado a la vez. Yo lo defino como “educarse para ser persona”.
Vamos por partes.
“Me educo para ser persona”. ¿Me educo o me educan? Cuando soy muy joven, soy niño, adolescente y hasta cierta edad en la juventud, me educan. De alguna forma recibo educación. Recibo educación de mi familia, que me dice que debo mirar a ambos lados antes de cruzar una calle; que debo respetar y tratar al prójimo como me gustaría que me traten a mí, que ayudar a quien lo necesita es buenísimo; que también me tengo que cepillar los dientes todos los días al menos una vez antes de acostarme, etc, etc. Recibo educación de mi escuela, donde mis maestras y maestros me enseñan a jugar en equipo, a preparar un trabajo en grupo; donde también me enseñan a tener en cuenta ciertos valores. Me educan mis parientes, vecinos y amigos, con quienes interactúo social y afectivamente, y tomo sus experiencias en diversos rubros: un tío me enseñó a pescar, un amigo me prestó su moto para aprender a manejarla, un vecino me pidió que lo visite en el hospital en el que lo operaron, y me enseñó a ayudarle a alimentarse, ya que él no podía hacerlo por si mismo.
Encontramos maestros en todos lados. Sólo tenemos que saber escucharlos.
Cuando soy adulto, y ya tomo mis propias decisiones, asumo responsabilidades y hasta incluso puedo…….votar, en este momento, paso, en forma complementaria, a educarme yo mismo, o mejor dicho: a proveerme de más educación. Esta es una etapa fantástica. La sensación de búsqueda, ese ansia por aprender algo nuevo (cualquier aprendizaje) nos moviliza de una forma distinta a nuestra etapa infantil. Ahora queremos aprender algo porque lo deseamos, porque nos mueve fibras internas. Nuestro compromiso con los nuevos aprendizajes es, obviamente, mucho mayor. Aprovechamos mejor el tiempo, somos como una esponja: absorbemos. Y en etapa de adulto, que para algunos comienza antes y para otros más tarde, uno va educándose en distintas disciplinas, pero casi siempre, en ser mejor persona. Recibimos ejemplos diarios de comportamiento, que nos ilustran. También recibimos y vemos malos ejemplos…..pero como somos re-vivos, re-capos, y recontra evolucionados, no los tomamos en cuenta, y los dejamos pasar. Es cierto que a veces nos enganchamos y nos hacemos una mala sangre increíble, pero cuando comprendemos bien las situaciones, ya no nos afectan. Y con esto, nuevamente hemos aprendido a ser personas, a ser mejores personas.
Me educo formalmente. Me educan durante un tiempo, y luego yo busco ampliar mi educación. Esta, creo, es la educación más fácil y clara de adquirir, si uno quiere. Es la educación que nos prepara para nuestra vida laboral, en general. En esto hay miles de posibilidades, miles de opciones. Pero estoy convencido de una cosa: esto es importante. ¿Y porqué es importante? Pues porque estudiando, cualquier cosa, uno abre su mente, uno amplía su ángulo de miras. Así, uno, al “mirar” el mundo, “ve más”. Es como si tuviéramos adosado un lente gran angular: vemos más. Al ver más, podemos comparar más y mejor, podemos evaluar mejor. Esto nos lleva, invariablemente (y disculpen esta mal armada cadena lógica), a tener mayores opciones a la hora de elegir posición sobre cualquier tema o circunstancia. Y así podemos tomar mejores decisiones.
Muchas veces nos preguntamos porqué “hay gente que está tan mal”, y yo sé que, entre otras cosas, es por falta de educación, ya sea formal o no formal.
Por ejemplo: viajar y conocer otras ciudades, otras culturas, otros países, ¿Quién duda de que los viajes de este tipo enriquecen el espíritu y la mente del viajero? ¿Quién puede negar que luego de 15 días o un mes viviendo en otro país, no se adquiere una mirada más abarcativa de la realidad?
Busquen (para aquellos que les gusten las comparaciones y las estadísticas) cualquier personaje famoso de la historia, y les garantizo que en su formación y en su vida, la educación fue trascendental. Incluso, fue vital en aquellos casos donde la educación formal hizo fracasar al principio a nuestro personaje, y lo motivó para desplegar otras búsquedas, como Einstein, de quien un profesor llegó a decir que era medio lerdo para las matemáticas. Este sería un ejemplo de educación formal, que si bien el bueno de Albert la tuvo que pilotear al principio, nadie duda de la rigurosidad y formalidad de sus posteriores estudios y descubrimientos. Otro ejemplo que apunta a otro costado del ser humano, lo podemos ver en José de San Martín, nuestro querido Héroe nacional. ¿Recuerdan uds. que a los 14 años ya participó de una batalla? ¿Recuerdan que su carrera militar comenzó a muy temprana edad, y que cuando volvió a la Argentina ya era oficial? ¿No les parece que gran parte de su experiencia y excelencia estratégica y táctica los absorbió de sus mentores en los liceos y también de sus tempranas experiencias personales en batallas?
Se puede aprender de todo, de todos, y de todas las experiencias. Hay gente que nos enseña cosas sin darse cuenta ellos, y a veces sin darnos cuenta nosotros. A la vez, nosotros somos maestros de otros, consciente o inconscientemente.
La educación es importantísima, es fundamental para el crecimiento y desarrollo de una persona, y, por propiedad “más o menos transitiva” (o por ósmosis, como dice un amigo), se vuelve fundamental para la sociedad en la que la persona se desenvuelve. Una sociedad donde mucha gente se educa, evoluciona mejor, más rápido, avanza. Una sociedad donde muchos niños pueden ir a la escuela, es una sociedad que, además de crecer, se prepara para el futuro.
La educación nos permite siempre mantener viva la curiosidad, el espíritu inquisitivo, de búsqueda. Permitámonos a nosotros mismos, cada tanto, aprender algo nuevo, animarnos a estudiar una nueva disciplina. Permitámonos viajar, recorrer, hablar con gente que vive de otras formas. Aprender es una experiencia hermosa, una de las más gratificantes de la vida. La sensación de “por fin entendí esta cosa” es inigualable. En ese momento, uno acaba de dar un pasito más hacia nuestra mejor manera de ser personas.
Desafío1: hazte a ti mismo la propuesta de aprender algo nuevo de aquí a fin de año, lo que sea, y después me cuentas como te sentiste.
Desafío 2: (o aclaración 2…) La foto es de………un amigo que ………aprendió a volar en parapente!